Refugio y belleza son un lugar














Será por el calor que me acuerdo de un lugar tan húmedo y oscuro como el Museo de Arte Moderno de Louisiana. Se ha convertido en mi sitio preferido del mundo, en mi momento favorito. Fue imagen perfecta, humildad y esplendor, el mudo existir de agua, tierra... y arquitectura, obra acabada y exacta. El color del mar y el cielo en el aire frío de un día a punto de acabar cubierto por la niebla. La antigua villa creaba con la naturaleza del paisaje y su atmósfera la culminación de una bellísima melodía, con las esculturas de Giacometti paseándose por los pasillos, asomándose a los ventanales y volviendo silenciosamente a colocarse en sus poses para volver a caminar. Creo que cada fotografía invita a meterse dentro, a avanzar hacia delante y descubrir. Traté de captar con mi cámara las sensaciones que tuve allí con la mayor elegancia posible y creo que lo he conseguido. Creo que fotografiaba para, de alguna forma, proteger y guardar en mi memoria aquella pequeña gran porción de verdad. Simplemente es uno de esos sitios que invitan a escribir y no parar de mirar a tu alrededor.
Aquí tengo que volver, preferiblemente sola para disfrutarlo el tiempo que necesite, un día que llueva y truene y el mundo entero se esté quejando y yo esté allí empapada riéndome y haciendo fotos y volviendo a sentir todo esto pero mucho más agudo. Y es que, como dijo Chavela Vargas, uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida.

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